El poder de tocarse: más allá del placer

La masturbación no es solo deseo. Este texto es una invitación a redescubrir el vínculo más íntimo con tu cuerpo.



El poder de tocarse: más allá del placer

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Durante mucho tiempo nos contaron que la masturbación era “algo sucio”, “innecesario” o “poco espiritual”. Pero ¿y si fuera justo lo contrario? ¿Y si tocarte no solo no te alejara de ti, sino que te acercara? No al deber, no al rendimiento, sino a tu cuerpo, a tu energía... a tu esencia.



Una visión que va más allá del cuerpo físico

En el taoísmo, la energía sexual —llamada jing— no es algo que se gasta, sino algo que se cultiva. Es la raíz de la vida, la chispa original, la fuente desde la que se despliega toda nuestra vitalidad.

Masturbarse, desde esta perspectiva, no es simplemente liberar tensión. Es movilizar la energía vital, redistribuirla, refinarla. Es una práctica de alquimia interior cuando se hace con presencia y respeto.

No es lo mismo tocarse para “descargar” que tocarse para conocerse. Uno agota. El otro nutre.



¿Qué pasa cuando tocamos con conciencia?

Quizá lo más revolucionario de la masturbación consciente es esto: nos devuelve a casa. A la casa-cuerpo. A la casa-sentido.

  • Nos reconecta con el deseo sin culpa.
  • Despierta zonas dormidas del cuerpo (y del alma).
  • Regula emociones densas, calma la mente y despierta la creatividad.

Cuando lo hacemos sin prisa, con atención plena, el cuerpo responde diferente. No se trata de “llegar”, sino de permanecer. De escuchar. De habitar.



Tocar como quien medita

Una práctica taoísta conocida como “self-cultivation” propone algo tan bello como potente: tocarte no para vaciarte, sino para refinar tu energía, expandir tu consciencia y enraizarte en tu poder interior.

La respiración se vuelve aliada. El ritmo lo marca el cuerpo. Y cada gesto, por sutil que sea, puede ser un gesto de amor propio.

No sé tú, pero a mí me conmueve la idea de que el placer no tiene por qué ser un escape. Puede ser un ancla. Una forma de volver al presente.



Un pequeño ritual para empezar

No necesitas incienso ni música celta (aunque puedes usarlos). Solo necesitas voluntad de estar contigo. Prueba esto:

  1. Respira profundo tres veces. Siente tu pelvis.
  2. Coloca tus manos sobre tu vientre. Sin expectativa, solo presencia.
  3. Mueve tus manos con curiosidad. Explora sin mapa. Permítete sentir sin juicio.
  4. Respira mientras lo haces. Observa cómo cambia tu energía.

Hazlo como quien riega una planta: con suavidad, sin esperar que florezca de inmediato.


📚 Referencias

  1. Chang, S. (1986). The Tao of Sexology. Tao Publishing.

  2. Amat, M. (2022). Sexo sentido. Editorial Planeta.

  3. Liu, M. (2000). Healing with the Tao. Destiny Books.


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Categorías: : Autoestima, Filosofia, Libido